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jueves, 17 de noviembre de 2011

Crashis

Por oponerme a la tónica general, me negaba a tratar la CRISIS (sí, con mayúsculas) y sus desastrosas secuelas. Pero llega un punto en el cual me toca el alma, me envenena y me hace pensar que este mundo es una MIERDA y no merece ser salvado.
Crash... ¿Qué clase de 'justicia divina' esperas de un Dios que ve como sufres y te tambaleas y no te ofrece aliento ni consuelo?.
¿Qué sociedad hemos creado que nos vuelve desgraciados, cabrones y salvajes por dinero?. ¿Qué esperar de un mundo que a todas luces está enfermo?. ¿Cómo responder a quién te dice que tendría que haberse ido cuando se zampó esas sesenta pastillas?. ¿Cómo le miras?, ¿cómo crees ser posible el creer en la 'felicidad'? (más allá de la eterna dualidad)...
Me envenena... ojalá pudiese prestarte, regalarte, darte de algún modo, eso que necesitas, pero como siga así esto, un par de palabras serán necesarias.

domingo, 6 de noviembre de 2011

De Ratones y Hombres (II)

Decide llevarse a los niños con él para paliar esa soledad  y darles la atención que necesitan. Pero a pesar de su resentimiento (pues supo pronto que había sido un ataque intestino) sabía que no se irían sin más con él; así pues, hizo lo que mejor sabía, crear música para el cerebro con ondas y dejarlos vacíos de recuerdos.
Los niños le siguieron mitad queriendo mitad renuentes, una parte de ellos no había olvidado que dejaban a sus padres, y su otra parte estaba embrujada bajo esa linda música…
Y así fue como la cómoda vida ignorando a sus hijos tocó a su fin: los computadores habían vuelto, pero fue cuando se dieron cuenta de que esos instantes de ‘molestias infantiles’ eran sus mejores momentos del día. Su vida estaba vacía sin calor humano, no les merecía la pena vivir sin sus pequeños tesoros a su lado, no les llevó ni dos semanas querer poner fin a su existencia.
Se reunieron todos en el generador de la ciudad y desactivaron las murallas para dejar entrar a los ’mousebots’, que se abalanzaron ansiosamente sobre esa gran y nutricia fuente de energía provocando una sobrecarga tal que hizo volar la ciudad por los aires y puso fin a la avaricia e infelicidad de los habitantes de Hamlet.
El hacker no pudo menos que sonreírse a sí mismo cuando la noticia fue anunciada a bombo y platillo en toda la ciber-esfera, los niños apenas lloraron pues habían encontrado su Paraíso en la Tierra en el escondrijo del hacker en la primera persona que les había escuchado y brindado su sincera atención. Además, pensó el hacker, “la música se encargará del resto” y abrazó a uno de los niños.

De Ratones y Hombres (I)

Bueno bloggers hoy voy a compartir algo un poco especial, sólo os diré que es un relato y que tiene algo especial que os reto a que averigüéis. Ahí va la primera parte:


Érase que se eran unos niños bastante normales; sueños, juegos, rabietas, casas y padres. Pero eran tiempos duros en la ciudad de Hamlet, nadie se preocupaba apenas de nadie. Habían sido recluidos “por su propia seguridad” en ciudades-burbujas, autosuficientes e independientes unas de otras, y los adultos las dirigían desde sus potentes computadores. El problema residía en que tenían el alma fría; vivían por y para sus ordenadores, y sus hijos (que debiesen ser su más preciada posesión), no eran más que un estorbo que pedía atención y alimento.
Los niños vivían muy tristes y aburridos, se veían destinados a vivir sumergidos en las pantallas de cristal líquido (como sus padres) y se negaban; tomaron la decisión de destruir los computadores desactivando las murallas de la ciudad, dejando así entrar a los ‘mousebots’, experimentos cibernéticos malogrados que se autorreplicaban y habitaban en agujeros fuera de las murallas de las ciudades esperando cualquier oportunidad para entrar y alimentarse en condiciones con electricidad de verdad y no con baterías gastadas que iban a parar hasta sus ratoneras de cuando en cuando.
Usando sus minicomputadores conjuntamente, los niños fundieron los chips de defensa y la muralla quedó abierta, y en apenas media hora los ‘mousebots’ habían destruido la mayor parte de los ordenadores, quedando los progenitores desconcertados fuera de su cómodo mundo virtual. Como último recurso, el Consejo de Prohombres Regente, lanzó una llamada de socorro ofreciendo recompensa a la ciber-esfera esperando que alguien respondiese; y acudió a la llamada un joven hacker, que prometió deshacerse de los ‘mousebots’  mediante la emisión de ondas electromagnéticas de una determinada frecuencia que dañarían a los ‘mousebots’ y repelería hasta fuera de la ciudad para restablecer el suministro de energía y reactivar las defensas.
El plan es un éxito rotundo y la normalidad vuelve, pero, los Prohombres deniegan la recompensa por avaricia. El hacker es testigo del abandono de los niños y al mismo tiempo de su soledad al llevar rompiendo tanto tiempo tanto los esquemas reales como virtuales, metafórica y literalmente...